El abandono es una de esas palabras en las que su significado cambia, radicalmente, en función de que se ejerza o se sufra. En psicología, con la primera opción, la conducta de abandono tiene mucho que ver con la evitación o el escape ante estímulos ciertos o imaginarios que nos incomodan. Abandonamos los viajes a países lejanos porque nuestro miedo a volar nos impide coger un avión. Evitamos así, por todos los medios, tomar decisiones que nos lleven a un aeropuerto. Pero cuando el abandono se sufre, la angustia se apodera de la persona. La percepción de ser abandonado produce aislamiento social, baja autoestima, aplanamiento afectivo y provoca una tendencia a desarrollar conductas y comportamientos que refuerzan el desapego consigo mismo y con los demás. El resto, decimos de alguien así que «se ha abandonado». La ayuda psicológica a estas personas es difícil porque estos pacientes se sienten incapaces de tomar iniciativas y su entorno familiar y personal comienza a darlos por perdidos. Este es el mayor riesgo de abandono para estos individuos porque su situación, en manos de profesionales, tiene capacidad de mejora por mucho que se hayan encerrado en una atmósfera de descomposición agobiante.

El Rey emérito ha abandonado España. Pero España ya le había abandonado a él. No hay sensación de abandono en ninguna de las dos partes. Lo que no es malo. Tampoco hay desprecio, como olvido, porque debe responder ante la justicia. Su legado ante los tribunales podría llevar a modificar su título por el de Juan Carlos Trilero . Una copla republicana, la bien pagá , define a la perfección este nuevo género de «tragicoeconomedia» que protagoniza el Borbón del Bribón junto a Corinna . No merece la pena el gasto de cambiar calles y avenidas. Sugiero una propuesta intermedia para renombrarlas como «andadores», manteniendo la regia denominación. Se rebaja así el nivel de las mismas, sin hacer apenas cambios que afecten a los vecinos. Además, rendimos homenaje a uno de los instrumentos ortopédicos que más han hecho por nuestros mayores, incluido el afectado Real. Tampoco sabemos si estamos ante un cambio de protagonistas en una versión actualizada de la parábola del padre pródigo. Lógico, su hijo fue un olímpico abanderado y el padre es un abandonado olímpico. El círculo se cierra. Todo un drama que la sabiduría popular (un poco rojilla y borde) resumió en esa tonadilla campechana: « ¿Ande vas Juan Carlos I / ande vas triste de ti? / Voy en busca de mi abuelo / que hace años no lo vi ». La diferente valoración de esta situación ha provocado opiniones diversas en el Gobierno. La institucional, a través del presidente, y la más crítica de Unidas Podemos. Las diferencias deben convivir en el mismo Ejecutivo y hacerse públicas sin problemas. Eso es una coalición, siempre que anteponga los intereses de la ciudadanía al modelo organizativo que, hoy por hoy, refleja la Constitución. Ser republicano no es una cuestión de Estado sino de sentido común. Nadie debe ser jefe de un país por ser hijo o hija de sus padres sino por haber sido elegido democráticamente para ello. Dicho sentido es el mismo que hoy debe hacer prevalecer los intereses de la mayoría, ya que los problemas reales hoy no son los Reales. Hacen alusión, más bien, a una economía y una crisis sanitaria que nos debe impulsar a huir de las coronas en todo tipo de funerales, de personas y de futuro.

En Aragón los números de la pandemia marcan la agenda del verano. Faltan recursos en atención primaria y se multiplican los ingresos hospitalarios en los últimos días. No es suficiente lo que se hace ni lo que se tiene. Se agotan las bolsas de trabajo de personal sanitario y asistencial. Necesitamos incrementar el seguimiento del virus. No con el modelo voluntarista de Madrid. Precisamos contratar más rastreadores. Los trabajadores sociales son fundamentales. También mis colegas psicólogos pueden sumarse a esta tarea como han hecho en países como Noruega. No olvidemos que, en nuestra vertiente clínica, estamos reconocidos como personal sanitario. Lambán necesita recursos y capacidad ágil de gestión y respuesta. Ambas cuestiones van de la mano. Como en el anuncio de los neumáticos: «la potencia sin control no sirve de nada». Sustituyan las variables en cualquier término de la ecuación. Para estar cerca del Ferragosto maño los datos son preocupantes. El curso escolar está a la vuelta de la esquina y la capital, vaciada hoy, se repondrá de habitantes en unas semanas. La vuelta puede ser al estilo Rocío Jurado , como una ola .

Azcón está enfadado con Sánchez . Le ha dicho que: «se va a enterar de lo que es un alcalde cabreado». Es una variante burda del: ¡no sabe quién soy yo! Si su cabreo es tan superlativo como su apellido ejercerá el puesto, rimando, como un macho de la cabra. Las risas en La Moncloa todavía resuenan. Alcaldes no sé. Pero de presidentes autonómicos mosqueados, y socialistas, saben un rato. Don Jorge ha conseguido apoyo, sensato y unitario, en lo que es razonable para la economía de nuestra ciudad. Se le ha olvidado matar a su padre político, el popular Montoro , para superar el complejo freudiano con sus traumas financieros. Cuidado que Edipo , a la postre, fue rey de Tebas. Ya ven, al final me sale el fútbol. El caso es que la culpa siempre es de un rey.