El anuncio del cierre de la térmica de Andorra ha introducido en la política aragonesa un elemento clave para los próximos meses. Con las elecciones a medio año vista, las referencias a cómo se gestó el cese de la actividad decidido por Endesa y qué hicieron los distintos gobiernos para paliar unas consecuencias que se vaticinaban cercanas, se convertirán sin duda en un frente de reproches partidistas, como ya dejó caer el sábado el popular Luis María Beamonte. Del cierre ya se sabía en el Gobierno de Rajoy, no hay que centrar la responsabilidad en el de Sánchez. Y convendría que, electoralismos al margen, los partidos trabajaran conjuntamente en la búsqueda de alternativas para la zona.