Las anguilas del Támesis, el engañoso río que atraviesa Londres de parte a parte, presentan ahora un comportamiento «hiperactivo» debido a la altísima concentración de cocaína detectada en las aguas residuales que de tanto en tanto se filtran en su caudal. El estudio lo han realizado expertos del King’s College usando muestras extraídas de una estación de monitoreo muy próxima al palacio de Westminster, el edificio que alberga el Parlamento británico. La coincidencia, el hecho de que los peces naden ahora en el pis de una ciudad enloquecida, podría ser objeto de chiste a tenor de los debates que vienen encadenándose en la Cámara de los Comunes en torno al brexit y el que se avecina, el martes, cuando sus señorías voten el plan B de Theresa May, que es prácticamente igual al plan A. Una irresponsabilidad tremenda la de las élites políticas, comenzando por el expremier David Cameron, que hace poco regresó muy bronceado de una escapada a Costa Rica, donde descansó en un complejo turístico a unos 2.000 euros la noche. Tal ha sido el fiasco y la gestión del brexit que hasta la reina Isabel II, contraviniendo el precepto de no meterse en jardines políticos, envió el viernes un sutil mensaje a los diputados instándolos a buscar puntos de encuentro; hubo que leerla entre líneas, como a la gerontocracia soviética, pero el mensaje se entendió: «Prefiero las recetas probadas y comprobadas». El miércoles, también hubo quien quiso ver la bandera de Europa en el sombrero de la soberana, azulón y adornado con flores de botón amarillo. El asunto no es para tomarlo a broma. En mayo hay elecciones europeas -las primeras sin Gran Bretaña- en las que, de no poner remedio, seguirán rugiendo los nacionalismos y el populismo xenófobo. Un grupo de 30 intelectuales europeos de renombre acaba de publicar un manifiesto advirtiéndolo: la idea de Europa, su voluntad y representación se derrumban ante nuestros ojos. El novelista Ian McEwan pide el regreso del zeitgeist; o sea, el espíritu de los tiempos, sus valores, aquellos principios que creímos inamovibles.