Cantaba Gardel que veinte años no eran nada, así que uno menos aún. A golpe de tango, con la frente marchita, sintiendo que la vida es un soplo y aferrándonos a los dulces recuerdos de lo que hemos hecho y ya no podemos hacer, ni planear, llevamos hoy 365 días.

Ya nos dijo Einstein que el tiempo es relativo y, por eso, este último año ni ha sido igual para todos ni le ha costado lo mismo a cada persona. Mientras para algunos ha pasado volando, muchos están padeciendo la llamada fatiga pandémica, vamos, un nombre que se han inventado los expertos para denominar lo que siempre ha sido un ¡estamos hasta las narices! Y sí, lo cierto es que hay un agotamiento social generalizado por muchos motivos. Se nos pide que hagamos un sacrificio, porque decretar un Estado de alarma y establecer restricciones de movimiento, convivencia, actividad y otras, es un sacrificio, que algunos acatamos con más o menos responsabilidad o resignación que otros. ¿Qué nos encontramos a cambio? Jefes de Estado eméritos que se dan el piro para vivir a cuerpo de Rey mientras supuestamente revisan la estrategia de su fortuna económica, princesas que viajan donde les da la gana a ejercer su privilegio de turismo sanitario. Mientras tanto nuestros jóvenes están condenados a no tener oportunidades y son culpabilizados por intentar ser jóvenes.

También nos tragamos la maldad que conllevan los tacticismos políticos que vomitan mucho insulto, mucha crispación y pocas aportaciones. Cuando se acumulan los ertes y las persianas bajadas con candados de nombre hasta siempre. Y no podemos ni acompañar a nuestros muertos ni besar a nuestros vivos. Pero es que además se nos alienta a que nos animemos porque pronto volveremos a la normalidad. ¿A qué normalidad? Porque si tenemos que volver a la situación que genera estas desigualdades, esta bajeza institucional y estas brechas sociales a mí que me dejen como estoy. Un año no es nada si suma en algo, pero si no aprendemos de él, es una eternidad.

En mi rincón mañana no sonará ningún tango, se escucharán los rasgueos guitarreros de rock que reivindiquen una nueva realidad, en la que el Estado de bienestar sea fuerte y sólido, la apuesta por la ciencia e investigación estén a la altura y la sanidad se fortalezca. Y no les quepa la menor duda de que brindaré en este cumpleaños en agradecimiento a quienes nos han hecho la vida más fácil a través de su trabajo y a quienes se han entregado desde su compromiso con la sociedad a minimizar en la medida de lo posible los efectos de la pandemia y el estado de alarma, es decir, los políticos responsables y comprometidos. Porque haberlos los hay, no les quepa la menor duda, y en Aragón tenemos grandes ejemplos de ello.