Presentados demasiado a menudo como dos procesos contradictorios, la realidad insiste en señalar que la crisis sanitaria y la crisis económica son dos caras de la misma moneda de la emergencia causada por la pandemia del covid. De la misma forma que las restricciones de hoy, que tan duramente castigan a sectores como el comercio y la restauración, son la única vía para intentar salvar las campañas turísticas de Semana Santa y el verano, tanto la salud como la economía depositan sus esperanzas a medio plazo en el mismo factor: la vacuna. De su inoculación generalizada a lo largo del 2021 dependen la lucha sanitaria contra el covid como la recuperación económica. Una sociedad bajo el azote de una pandemia no consumirá ni será segura para el turismo.

Los datos de evolución del empleo en el 2020 muestran un dibujo preocupante. La pandemia deja en España 360.000 empleos menos y unos 724.000 nuevos parados. Diciembre cierra un año para el olvido con más de 19 millones de afiliados a la Seguridad Social, 3,88 millones de desempleados y 755.000 personas en erte. El virus ha fulminado de un plumazo cinco años de recuperación del empleo en un mercado laboral marcado aún por las cicatrices de la anterior crisis y algunas de las losas de su desigual recuperación, como la precariedad y la excesiva temporalidad. En Aragón, los datos son muy desalentadores, peores que la media española: el empleo ha caído casi en 18 mil trabajadores y el paro representa un alza del 28,2% en un año. Es la quinta comunidad donde más ha subido en el 2020.

Es imprescindible que el Gobierno y los agentes sociales encuentren la forma de prorrogar de nuevo los ertes ante el vencimiento de sus actuales condiciones el próximo 31 de enero.

Pero más allá del escudo social (a los ertes se le une el ingreso mínimo vital y las ayudas a las empresas, entre otros) es imperativo trabajar con la idea de reforzar el sistema productivo y reorientar la economía hacia la sostenibilidad y el valor añadido. La acertada gestión de los fondos europeos es al mismo tiempo una obligación y una oportunidad. Una exigencia porque, como editorializábamos en la edición de ayer y los datos de empleo de hoy refuerzan, España no puede permitirse que de la ayuda europea se beneficien los de siempre. Y oportunidad porque la exigencia y la supervisión europea deben ser un acicate para reorientar la economía española hacia un modelo menos dependiente del turismo, una necesidad que la pandemia ha mostrado en toda su crudeza. Así, 2021 debe ser mucho más que el año de la recuperación. Debe sentar las bases de un relanzamiento en la dirección correcta.