Internet es una tremenda alianza entre el todo y la nada, un árbol de ramificaciones insospechadas e inabarcables, de raíz bastarda donde conviven, en un ingente carnaval internauta, la serpiente a la derecha del Padre y la manzana en la cocina del Diablo. Lo mismo afloran recetas de exquisitas tartas de queso que sugerencias para un suicidio seguro. A codazos luchan por un sitio los foros sobre poesía y los que defienden el racismo. Se enciende la líquida pantalla y antes de que se haga la luz, proponen el número de la tarjeta de crédito del usuario para que compre la lámpara de Aladino o la felación de la hija menor de Fulanita. No es fácil distinguir si son mayores los beneficios que ofrece al rastreador de información o el amparo que otorga el anonimato cableado al criminal.

Por la vía ancha de esta autopista han sido detenidas esta semana 90 personas que se dedican a la distribución de pornografía infantil, una de las actividades más despreciables por la extrema indefensión de la víctima. Un dato que agrava el alcance de este delito es la confirmación de que la red recibe con los brazos abiertos en su mercado negro a gente normal . Ha sido un golpe eficaz aunque blando al disco duro de este universo plagado de canallas sin límite de velocidad, y, sobre todo, de consumidores inocentes a los que hay que educar y proteger para que circulen con prudencia por un mundo tan apasionante como falso si no se distinguen los lugares de interés de las cloacas inmundas.

El ordenador es un compañero doméstico, más bien el rey del hogar. Hay serios pulsos familiares por tomar ventaja en la adquisición del teclado, duelos que los niños ganan por disponer de más tiempo o por el chantaje del berrinche. Y si no es en casa, siempre hay una conexión amiga o pagada en otro punto de la ciudad robótica. No se puede consentir que en pleno crecimiento intelectual, los niños crean mantener el control absoluto sobre un medio de comunicación que, libre de fuertes ataduras legales, gobierna con mano dura a los ignorantes y a los ingenuos. Para luchar contra la cara oculta de internet hay que navegar junto a los aprendices para indicarles cuál es la ventana por la que entra la luz y cuál la que invita al abismo. Somos el antivirus más enérgico. Asumamos ese icono en el menú antes de que la serpiente devore a la manzana o viceversa.com.

*Periodista