Resumir en media docena de palabras un programa electoral es el problema que los equipos de propaganda de los partidos deben resolver en cada convocatoria. Los resultados no suelen ser muy brillantes, quizás ante el miedo a que una apelación espectacular provoque chistes y chascarrillos que arruinarían la campaña, por lo que se opta por frases neutras, más incitadoras a no provocar rechazo que a suscitar entusiasmos arrolladores.

Juntos vamos a más del PP, podría ser perfecidente del consejo de administración de una empresa que acaba de fusionarse con otra, o la consigna de un entrenador deportivo para un equipo proclive a los escaqueos y que iniciara un descenso en el absentismo coincidente con un comienzo de victorias.

Merecemos una España mejor , del PSOE, tiene la brillantez de incorporar la palabra España, que su rival parece querer apropiarse, y la rémora de que, en Cataluña, tal palabra se convierte en una elusión obsesiva, no sea que se vayan a enfadar los hijos catalanes del extremeño emigrante. Posee también ciertos matices críticos, que podrían proyectarse sobre una selección de balonmano que hubiera perdido otra vez ante Francia, o servir de colofón a un seminario dedicado a la cría caballar, el estado de las carreteras o la situación de los museos provinciales. Raro es el español que no crea que su trabajo, su barrio, su marido o su esposa, no puedan mejorar, aunque maridos y esposas no sean competencia de los gobiernos. Siempre tengo la perversa tentación de juntar los eslóganes y, si le agregamos el de Izquierda Unida, la oración resultante es la siguiente: Juntos vamos a más: merecemos una España mejor, con tu voto es posible, palabra .

Comprobarán que nadie puede objetar el resultado y que no se observan contradicciones. O sea, aprobados todos en ambigüedad. Las frases son inocuas y del amplio espectro suficiente para que el publicista no tenga que ser fusilado al amanecer. Tal como se pretendía.

*Escritor y periodista