Apelan a la unidad y solidaridad de manera constante, pero a algunos les está resultando difícil mantener estos principios y cada vez más parecen ventrílocuos, con un discurso oficial aprendido, pero con una segunda voz llena de peros y no obstantes.

Nada es tan importante como gestionar el hoy en un momento de crisis. El reparto de culpas sobre lo que se hizo en un pasado reciente es inútil para la acción diaria contra la epidemia y los supuestos escenarios futuros, que solo pueden levantarse desde la intuición, no producen más que desasosiego.

Se repite que el virus no conoce de ideologías ni de territorios, pero no paran de comparar la gestión por comunidades autónomas, de reprocharse las ratios por cama, por personal sanitario, de recordar las equivocadas políticas de privatización y externalización de algunas administraciones. De verdad ¿este es el momento? ¿Qué añade ahora esta información para el combate contra la epidemia? Si no vas a ayudar por lo menos no molestes, se están intentando salvar vidas.

¿No se pueden aplazar quince días las críticas al Gobierno español o al de cualquier comunidad autónoma? Se agradecería mucho que no se utilizaran las mascarillas como armas políticas arrojadizas, y que el discurso sobre las dificultades para la compra de material en un mercado especulativo sin escrúpulos fuera unánime. La carrera para ver quien «supuestamente» lo consigue antes que el otro no solo es infantil, sino que agranda la incertidumbre de los ciudadanos sobre si estamos ante los mejores gestores.

En el pleno del Congreso para aprobar la prórroga del estado de alarma, se vio a más grupos políticos preocupados de cubrirse las espaldas o del relato a posteriori que de la imagen de unidad imprescindible para los que estamos cumpliendo obedientemente las normas y a los que se nos exige responsabilidad. La votación ofreció casi una imagen de unanimidad, con 321 votos a favor, 28 abstenciones y ningún voto en contra, pero la segunda voz hablaba de todo tipo de visiones apocalípticas sin ofrecer a cambio alternativas basadas en hechos constatables. Solo PNV y Ciudadanos entendieron lo que supone la responsabilidad de Estado, acompasando su voto con un discurso de confianza a los responsables de la gestión. Habrá tiempo para poner patas arriba las debilidades de nuestro sistema, y el cambio en la política sanitaria, en la atención al envejecimiento, en la protección a los afectados en especial a la población más vulnerable, pero eso será imposible si ahora no salimos juntos, como cuenta el eslogan.