Si yo fuera una sesuda columnista, aprovecharía la respuesta que ha dado el gobierno a la pregunta del senador Mulet sobre su actuación en caso de un apocalipsis zombi para hacer una metáfora entre dicho apocalipsis y la crisis. Esa que nos ha convertido en muertos vivientes durante casi una década, dejándonos como carcasas deambulantes arrastrándonos hasta final de mes. Pero no lo voy a hacer, que conste. Me voy a limitar a enumerar por qué el senador Mulet se podría haber ahorrado la loca, loca pregunta, por mucho que su ocurrencia nos haya animado la crónica de actualidad. Porque es por todos sabido lo que hace Rajoy ante las situaciones de pánico o crisis: nada. Dejar que fluya. Ignorar el problema. Esconderse detrás de un plasma. Mandar sms para que seamos fuertes. Fumarse un puro leyendo el Marca. Da igual el carácter de la crisis: puede hundirse la economía (se hundió); puede subir el paro a niveles estratosféricos (subió); puede rezumar la corrupción del sistema hasta desbordar las cloacas (sigue desbordando). ¿Y qué ha hecho Rajoy? Pues nada. ¿Qué nos hace pensar que si los zombis se arrastraran por la tierra, nuestro presidente iba a hacer algo diferente a lo que suele? No está en su naturaleza. Así que ya saben: si su vecino resucita y vuelve a la vida, coja la escopeta de perdigones y tírese al monte. Con un poco de suerte, el problema se pudrirá (je, je) y Rajoy seguirá gobernando este país como el firme timonel que es. Sobreviviendo a lo que sea menester. Incluida su citación como testigo en el caso Gürtel.

*Periodista