Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) está a punto, mediante un pacto con el PSOE que se está negociando, de contribuir a garantizar la estabilidad parlamentaria del Gobierno de Rodríguez Zapatero en el próximo curso político. Es un paso tan coherente como positivo. Los socialistas españoles pactan con un partido republicano, independentista y de izquierda, integrante del tripartito catalán y que ha estado en la picota de los sectores más rancios de la política y del periodismo español. El compromiso indica que las fuerzas políticas, basándose en la lealtad y el respeto, pueden compartir largos trechos de camino con acuerdos claros sobre derechos sociales y políticos y problemas reales de la ciudadanía. Haciendo de la necesidad, virtud, el PSOE apuesta por el diálogo, básico para que la pluralidad sea más que un tópico. A ERC, la acción parlamentaria y el respeto a las reglas institucionales le servirá para acentuar su perfil de responsabilidad. De ahí que, como contrapartida al apoyo al PSOE, sus demandas sobre infraestructuras, cultura y lengua catalanas se muevan en un marco de sensatez y ortodoxia. No es ningún secreto que ERC envía a la sociedad, sobre todo a la catalana, el mensaje de que es ya el recambio a los nacionalistas de CiU.