La futura ley de seguridad vial ya ha pasado por el Consejo de Ministros y si obtiene suficiente consenso político puede estar en vigor a mediados del año que viene. Su eje central es el carnet por puntos, que por sí solo expresa el profundo cambio que dará a la prevención de accidentes de tráfico. Llega a España un sistema basado a la vez en el castigo de las conductas que más muertes causan, sin renunciar a otro instrumento de presión como son las multas, y en la reeducación de sus protagonistas. En todos los países donde se ha aplicado, Francia e Italia entre ellos, ha dado excelentes resultados.

El futuro carnet quedará sometido a un catálogo de malas prácticas y las castigará gradualmente. Desde ir borracho hasta hablar por el móvil o saltarse las señales de prohibición. El riesgo de perder el permiso será alto porque el sistema debe ser coactivo. Pero para conservar el carnet y poder circular bastará con atenerse a una regla muy sencilla: no cometer infracciones. Aunque parezca una obviedad, se trata de un cambio revolucionario en una sociedad donde la cultura de la impunidad al volante está muy arraigada. Un cambio imprescindible en un país donde cada día mueren 15 personas en calles y carreteras.