Zaragoza y Aragón han resucitado en esta Semana Santa su tirón turístico. El buen tiempo ha influido más que nada, es evidente, pero el reclamo turístico que empiezan a tener las procesiones de la capital, el Bajo Aragón y la montaña han ayudado bastante. A partir de ahora no hay que quedarse quietos, sino seguir apostando porque estos cuatro días sigan siendo los más importantes para el territorio y sobre todo para Zaragoza después de los de las fiestas del Pilar. Para ello, lo principal es una buena campaña de promoción turística. No hay que escatimar medios ni dinero. Porque eso es lo que más falta en el turismo de esta comunidad, un referente publicitario que machaque a los ciudadanos pero fuera de Aragón, no aquí. Y ahí tienen que ir de la mano las administraciones (todas) y, en este caso, las cofradías.