Ha tenido que pasar un año y producirse un cambio de Gobierno para que ocurra algo tan simple como que las familias de los sesenta y dos militares españoles fallecidos en accidente aéreo cuando volvían de su misión en Afganistán puedan efectuar análisis genéticos e identificar los restos de sus parientes muertos... O para que las llamadas viudas de hecho puedan cobrar una pensión. El actual ministro de Defensa también ha asegurado que se sabrá todo lo que hubo en relación con el siniestro (aunque no haya investigación parlamentaria), pero eso habrá que verlo.

Desde que se celebrase bajo un sol inmisericorde aquel estremecedor funeral masivo con los sesenta y dos ataúdes cubiertos por otras tantas banderas pero sin comprobación alguna de quién reposaba en su interior, las familias de los finados han pasado por todo un calvario para nada atenuado, sino todo lo contrario, por el anterior Ejecutivo central y en particular por el ministro Trillo. Ojalá pues las gestiones que hoy se inician en Turquía contribuyan a cerrar incógnitas y a restañar heridas; ojalá también esta lamentable peripecia evite que en el futuro los militares españoles y sus familiares directos sean objeto de un trato tan distante e inaceptable.