Hay frases que se dicen cuando realmente quieres expresar lo contrario. Son de esas que se escuchan con retintín. «Aquí quien quiere trabaja» es una de ellas. En verdad el enunciado esconde su contrario: «Si no curras eres un vago». Como esos gurús estafadores de la mente plena, del triunfo asegurado, el problema de que no consigas lo que quieres es solo tuyo. Tú eres el culpable. No tu edad, tu género, tu aspecto, tu casa, las condiciones, el mercado… No, eres tú. Se señala así a todo parado como un germen social, un apestado, un cobra paguitas que dice mi amigo Leo.

Antes de emigrar al campo escuché esta frase como esperanza a un futuro ocupado. Estaba chupado. Obviamente no es tan así. Las opciones laborales en el mundo rural son estrechas y encaminadas al sector primario y de servicios. Industria hay poca. Solo hay que darse una vuelta por cualquier web de empleo. Los puestos más solicitados son de transportista, administrativo, operario agrario, peón ganadero, camarero… Todos respetables y honrosos.

El problema es que la temporalidad en las campañas agrícola y turística no refuerza la posibilidad de establecerse a largo plazo ni el limite salarial suele ser motivador. Saltar de un puesto a otro es una alternativa agotadora mientras conoces el terreno, amplias contactos y muestras tu valía hasta que «salga algo mejor». Pero en ese recorrido la precariedad suele ser la norma. «¡Es lo que hay!». Si quieres vivir con nosotros, traga, chaval. Muchos titulados, licenciados forasteros, pero también locales, aceptan «lo que hay» porque hay que comer, pagar la hipoteca y pasan de la ciudad.

Ausencia de turistas

Las rentas o negocios familiares son asideros para los autóctonos. Opositar o el promocionado emprendimiento, no apto para todos los bolsillos, son salvación para los foranos. La pandemia ha incrementado esta situación de desequilibrios. La ausencia de turistas ha azotado la economía rural, más en focos donde es una fuente prioritaria, como en el Pirineo, y llevado a la cola del Inaem a muchos, donde hay comarcas que superan sus peores datos de empleabilidad desde la crisis del 2008 que dicen ya superamos. Algunos.

Muchas empresas se han cubierto con despidos o ertes mientras piden ayudas de rescate del sector. Muchos de sus temporeros han migrado, se han reconvertido a otros puestos, tiran del paro o si hay suerte han sido rescatados por el plan Remonta. Luego volverán los turistas y con ellos los mileuristas. Porque es lo que les agrada, claro. Por su culpa. Porque «aquí el que quiere trabaja». O no.