No es nuevo que el material más viejo de Renfe llegue a Aragón para acabar sus días. Otra vez está ocurriendo con un tren de los años 80, con tecnología de los 70, que fue reclamo turístico en Galicia, luego en Extremadura y ahora, con todas las pegatinas y adornos de Cáceres y Badajoz, lleva viajeros de la línea Huesca-Canfranc. Y todo, pagado con el dinero de los aragoneses gracias al convenio firmado por la DGA y Renfe. Bien está que siga habiendo trenes hasta el Pirineo y en Teruel, pero el Gobierno de Rudi debería pedir explicaciones porque el material viejo no vale lo mismo que el nuevo.