Parece evidente que, a causa del agotamiento producido por la pandemia y sus graves consecuencias, el Gobierno de Aragón se vea abocado a reforzarse si quiere hacer frente con éxito al tiempo que resta hasta las próximas elecciones autonómicas. El reforzamiento de la principal institución aragonesa, junto con el Parlamento, no es un tema baladí que pueda afrontarse como si se tratara de un asunto particular, partidista o de rango menor. Está en juego el interés público, en un momento muy delicado como el que vive España y Aragón. El peor desde la Transición.

Y lo peor que puede sucederle a nuestra comunidad es pasar inadvertida, como si Aragón no existiera, como si fuera invisible. En términos marineros podemos decir que la «calma chicha» no nos lleva a ningún sitio. Por tanto, ninguna cuestión merece tanto la pena como dar el arreón final, haciendo gala de inteligencia e imaginación, sin faltar a la elegancia que siempre es exigible en política; especialmente en estos tiempos tan chapuceros y donde campan a sus anchas tantos personajillos de baja condición política y muy alta ambición personal.

Dejen de lado todas las fobias y los simples intereses personales, y haga cada uno lo que debe, elevándose sobre la escasa superficie que pisa cada cual, procurando ver más allá del horizonte. Espacio y tiempo es lo que Aragón necesita para que, cuando llegue el fin de la pandemia, nuestra comunidad esté en las primeras posiciones en la línea de salida. Un espacio y un tiempo que habrá que aprovechar con largueza, cambiando algunos modos y costumbres que nada tienen que ver con el momento que se nos viene encima, como un huracán. Más ideas y menos ideologías petrificadas. Más generosidad y menos egolatría. Para que Aragón, además de salir de la crisis, crezca en España. En ese tiempo relativamente próximo - si de una vez por todas funciona el abastecimiento de las vacunas- nos estaremos aproximando a unos comicios autonómicos cuyos resultados son difíciles de predecir, pero que pueden suponer un cambio importante y una gran oportunidad, según sean las actitudes y aptitudes de cada partido. Cada formación estará obligada a dar la talla, tanto para la confrontación, como para el acuerdo. Aunque me temo que habrá que cambiar algunas ideas y modelos personales para que las próximas elecciones no sean más de lo mismo. (Mejorar las condiciones políticas y parlamentarias del personal sería una buena idea). Máxime si se adivinan en el horizonte cambios que pueden ser a peor y que podrían suponer la desaparición de algunos partidos.

Toda España sabe que, a lo largo del tiempo que ha durado la crisis sanitaria, la llamada clase política es la única que no ha estado a la altura exigida por los ciudadanos. Aunque en Aragón, sus políticos, con algunas excepciones, han mantenido el tipo según su leal saber y entender. Sin embargo, ahora comienza un tiempo nuevo, acelerado por inesperadas circunstancias y por gravísimas consecuencias económicas y sociales, que deberían obligarnos a sentar las bases sobre las que Aragón debe avanzar. Escapar de las endogamias de los partidos, devolver la ilusión a muchas personas que siguen creyendo en Aragón, encontrar líderes en cada trozo del territorio (están pendientes de convocar importantes y decisivos congresos de partido), ampliar horizontes y nunca dar por perdida la última batalla, son algunas de las claves que cada uno de los protagonistas llamados a las urnas el 28 de mayo de 2021 -o antes si se adelantan- deberían considerar. Como recuerda Cervantes, en la tardanza suele estar el peligro. No tarden en tomar decisiones. Aragón se la juega y el PAR también, como supongo que el lector ha adivinado ya. Algo habrá que hacer para que el partido vuelva a la vida. (Hasta los milagros necesitan su tiempo y algunas dosis de generosidad).

¿Se convocarán elecciones autonómicas cuando acabe la pandemia, o a falta de unos meses para el final de la legislatura? ¿Puede el PSOE rozar la mayoría absoluta, sin necesidad de los actuales socios que Lambán va fagocitando progresivamente? ¿Se presentará Teruel Existe a las elecciones autonómicas? ¿Qué camino va a recorrer Ciudadanos? ¿Quedará reducido al cero el aragonesismo? ¿Aparecerá el tercer hombre- o mujer- para equilibrar el escenario político aragonés? ¿Qué papel jugará el Partido Popular?

Son algunas de las preguntas que hoy no interesan a casi nadie, pero que serán determinantes cuando llegue el momento. Prepararse para el resultado es la obligación de todo político que vea más allá de sus narices. Consideren sus respuestas como un juego político, como un entretenimiento para un tiempo de pandemia. De esta forma, se acordarán de ellas cuando llegue el día y actuarán en consecuencia.