La literatura denominada de género negro atraviesa en nuestra comunidad un momento realmente espectacular, sobre todo gracias al impulso proporcionado por Juan Bolea, quien, además de su eminente papel como escritor alineado con el género y gran renovador de la novela de intriga, es también el director del ya consolidado Festival Aragón Negro (FAN), gestado así mismo bajo su iniciativa. Aunque la literatura es el plato fuerte del FAN, estamos ante un evento multidisciplinar desarrollado en hasta 16 sedes, distribuidas a lo largo y ancho del territorio aragonés. En esta edición despuntan dos nombres propios: Leonardo Padura, galardonado con el Premio de Honor, y Francisco Pérez-Abellán, El mejor de los nuestros. Por supuesto, hay muchos más protagonistas, con especial mención de la destacada participación femenina, bajo el lema Mujeres que crean, mujeres que luchan, lo que me recuerda el papel de otro singular personaje, ahora de ficción: Martina de Santos, la peculiar detective presente en las tramas policíacas creadas por Juan Bolea. También me han venido a la mente las novelas ejemplares de Cervantes, en tanto que, en palabras de su celebérrimo autor, de ellas se pudiera extraer una lección provechosa, aspiración que no tiene por qué estar ausente en la novela negra, por más que sus escenarios sean frecuentados por lo peor de la sociedad; así, Juan Bolea nos lleva por otras veredas, donde cobra particular importancia la caracterización y valor humano de los personajes, siempre de excelente trazado. Que la novela negra haya alcanzado cotas impensables hace unas décadas no ha sido solo cuestión de calidad literaria; por mucho que las formas sean fundamentales en toda expresión artística, el fondo también es muy relevante.

*Escritora