El juego de palabras estaba servido desde que a los responsables del Gobierno de Aragón se les ocurriera el año pasado semejante nombre para un plan que significaba en realidad lo contrario de lo que sugería: el reconocimiento de la pérdida de impulso en nuestra comunidad a causa de las duras y desacertadas políticas de austeridad de Luisa Fernanda Rudi contra la crisis. Esta licencia poética, que en literatura se conoce como oxímoron y que en política se llama demagogia, tuvo ayer sus primeras consecuencias visibles. El cese del consejero de Hacienda, José Luis Saz, y el de la directora general de Presupuestos no hay que relacionarlos tanto con que el déficit de las cuentas públicas en el 2013 esté por encima del objetivo --lo que también ha sucedido en otras cinco comunidades--, como con que se haya venido asegurando lo contrario hasta el último momento. Es esa contradicción la que pone en tela de juicio toda la gestión del gobierno y la que explica que la oposición al completo pidiera la dimisión del consejero convirtiéndolo en la primera víctima de este. El "gran impulso para el crecimiento económico y la protección social en Aragón", según rezaba el lema del plan que el Gobierno aragonés vendió el año pasado como un alarde de que nuestra comunidad autónoma iba con una marcha más que el resto, resultó ser un sprint a destiempo que nos ha llevado a la cola del pelotón y, lo que es peor, nos ha dejado sin fuerzas para mantener ahora el ritmo de la carrera. Todo un contrasentido, como el del otro oxímoron que he deslizado al comienzo del artículo y que seguramente le habrá pasado desapercibido al lector de tanto oírlo, que es llamar responsables a estos políticos.

Periodista y profesor