Aragón aparece en la lsita de comunidades autónomas que actúan fiscalmente como contribuyentes netos; es decir, que aportan al Estado más de lo que reciben de él. El dato aparece en el informe Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorro españolas), un documento de reconocida solvencia. En dicho informe queda reflejado que nuestro territorio, aunque no contribuye obviamente con volúmenes similares a los de Madrid, Cataluña o Baleares, sí lo está haciendo de forma creciente y significativa dada la posición que ocupamos en el reparto del PIB nacional.

El problema se agrava si tenemos en cuenta que Aragón arrastra un déficit de capital público que ha mermado las oportunidades de buena parte de la Comunidad (Teruel es un ejemplo clamoroso) y que constituye un agravio comparativo esencial respecto de otras regiones mejor tratadas. Tal déficit se ha venido solapando con un continuado retroceso demográfico y una pérdida de actividad económica, apenas dismulados por la frialdad estadística (la renta per capita y las tasas de desempleo han evolucionado bien, como es lógico), por la relativa pujanza de Zaragoza y el corredor del Ebro y por la buena transparencia fiscal. Es decir: pobres, honrados y generosos,