Pese al habitual triunfalismo oficial, los datos no son para tirar cohetes. En Aragón el turismo repunta, pero lo hace desde una situación previa francamente mala y solo gracias al incremento de visitantes extranjeros. Zaragoza capital no tira, pese a la proclamada intención de "ponerla en el mapa" que fundamentó la Expo del 2008. En el Pirineo, además, aunque han aumentado las pernoctaciones, la hostelería debe competir con un enorme parque de segundas residencias capaces de alojar a miles de personas.

Nuestra comunidad se ha esforzado y ha invertido mucho dinero en fomentar sus ofertas turísticas. Pero da la sensación de que falta una estrategia clara en relación con qué se quiere vender y cómo. Las contradicciones son abundantes. Se ha citado la creada por el insensato desarrollo urbanístico en el Pirineo, pero otro tanto podría decirse de la política cultural, de la protección del paisaje y el medio ambiente o de la puesta en marcha de una promoción coherente que coordine las actuaciones del Gobierno autónomo, las diputaciones, las comarcas y los ayuntamientos. Hay que mejorar.