Nunca antes en la historia de la etapa democrática se habían presentado tantos partidos en Aragón, y en Zaragoza capital, con posibilidades de obtener representantes en las Cortes y en el ayuntamiento. A los ya clásicos PP y PSOE, a quienes antaño acompañaban minoritariamente PAR, CHA y, a veces, IU, se han sumado Ciudadanos (Cs) y Vox, y además en el caso del ayuntamiento zaragozano comparecen candidaturas de izquierda como Podemos, ZeC y Demos+. Con semejante sopa de letras y siglas, no parece que ningún partido o coalición vaya a alcanzar la mayoría suficiente para gobernar en solitario, de modo que se atisba la necesidad de alianzas y pactos postelectorales, en los que se intuyen dos posibilidades: la suma de los partidos deizquierda con los socialdemócratas del PSOE, que se han posicionado ahora en el centro, o el pacto de las tres derechas, ahora dos de ellas inclinadas hacia ese mismo centro. Claro que no se descarta la posibilidad de que los socialdemócratas se alíen con Ciudadanos y gobiernen juntos, como ya hicieron en Andalucía.

Confusión

Con tanta variedad de siglas a uno y otro lado del espectro (nunca mejor dicho) político, el sufrido votante puede encontrarse un tanto confuso. Porque a un conservador o liberal se le presentará la duda de si votar al PP o a Cs; si es socialdemócrata tiene la opción del PSOE, si es que sigue confiando en esa centenaria formación que cuando está en la oposición se manifiesta de izquierda pero cuando gobierna se comporta como un partido social-liberal; si el votante es de izquierdas tiene varias opciones donde elegir, por lo que debería fijarse en los candidatos que le ofrezcan más garantías por su formación, su preparación y su trayectoria; claro que si un votante añora el retorno de un pasado gris oscuro, tiene por ahí a Vox, cuyo programa (ideario más bien, pues carece de propuestas que se salgan del manido «¡Viva España!») no sería moderno ni en el Paleolítico Inferior.

El día 26 de mayo por la noche el pueblo aragonés habrá hablado y el dilema se habrá resuelto, aunque habrá que esperar algunos días para configurar el gobierno de Aragón y de sus ayuntamientos. Lo más probable es que unos y otros tengan que pactar, ponerse de acuerdo y consensuar políticas que deberían favorecer el bien común y los intereses de la mayoría. Ahí está la grandeza de la democracia y del voto libre y secreto; y los aragoneses optarán por lo que quieren que sea esta tierra y por cómo van a vivir sus gentes en los próximos cuatro años. Nada más y nada menos. H *Escritor e historiador