Transcurridos tres años de Gobierno del PP, ya podemos hacer una valoración. Por lo que hace referencia al ámbito estrictamente político, tiene que ser muy negativa, si nos fijamos en tres aspectos claves. En cuanto a la corrupción, ese auténtico cáncer para nuestra democracia, no sólo no se ha detenido, es que se incrementa cada vez más sin que haya tomado medida alguna contundente para erradicarla. Por ello, los dos grandes partidos continúan con "Tu caca huele más que la mía". El problema territorial hoy está mucho más encenagado y con unas posturas tan encastilladas que una posible solución resulta utópica, aunque al PP electoralmente le resulta rentable fuera de Cataluña. ¿Qué otro sentido puede tener la querella a Mas? Y por último, se ha incrementado el deterioro institucional hasta tal grado que está provocando un grave daño a nuestra democracia, ya suficientemente enferma.

En cuanto a la economía, ¿estamos mejor ahora que hace tres años? Vale, la prima de riesgo va bien y ya crecemos. Mas, la realidad es cruda y cruenta: más precariedad laboral; más paro y más desamparados los desempleados; más emigración y más mendicidad; comedores sociales y albergues municipales con más trabajo; más recortes brutales al Estado de bienestar; más pobreza y más sufrimiento; más caridad y más injusticia; y con tanta crueldad acumulada mucha más deuda. Lo grave es que no se vislumbra salida alguna de este largo y lóbrego túnel. Sobrecoge pasear por muchas calles zaragozanas al observar la situación del pequeño comercio, con cientos de locales en venta o en alquiler. Recomiendo hacerlo por la Gran Vía, Italia, Hernán Cortés, Avenida Valencia, García Sánchez, etc. En esta última ayer conté 25 locales cerrados. Todo un síntoma de la situación económica. No obstante, todavía no pocos asumen las palabras de los Rajoy o Montoro, de "estamos saliendo de la crisis", y "somos un ejemplo a imitar en otros lugares".

Es innegable la habilidad de los populares a la hora de construir argumentos mendaces para explicar, justificar y ocultar sus brutales medidas económicas. Primero fue el de la herencia recibida. Hay unos culpables, los socialistas. Y sobre todo, ZP. Para corregir el rumbo hemos llegado nosotros, como ya lo hicimos en 1996. Que ellos tuvieran no poca responsabilidad en la burbuja inmobiliaria con su liberalización del suelo es irrelevante. Como también que Rajoy dijera en su discurso de investidura "No pretendo con este recordatorio atenuar en lo más mínimo el peso de la responsabilidad que nos toca asumir. En la política, no existe la herencia a beneficio de inventario".

Luego fue la inevitabilidad de sus políticas, aunque supusieran flagrantes los incumplimientos electores. Rajoy ante el Congreso: "Estoy tomando medidas que no me gustan, como subir impuestos", pero recalcó que es "lo único que se puede hacer para salir de esta postración". "Hacemos lo que no nos queda más remedio que hacer, tanto si nos gusta como si no". Lo que suponía, sin afirmarlo explícitamente, la sumisión a los mandatos del FMI, la CE y el BCE. Siguió con el recurso a la moral y la justicia, aduciendo que si el Gobierno nos imponía tales medidas de castigo eran merecidas por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Argumento de origen merkeliano y extrapolable a los PIGS.

Si los anteriores argumentos ya suponen una gran dosis de cinismo, en este nuevo se incrementa, lo que ya es difícil. Los destrozos cometidos tienen un carácter preventivo: "Si no hubiéramos aplicado las medidas de austeridad, hoy estaríamos mucho peor". ¿Existe alguna fundamentación racional o empírica de tal afirmación? Es inexistente, pero da igual.

Continuaron con una justificación positiva de nuestra penitencia por nuestros pecados: "Lo peor ya ha pasado", estamos saliendo de la crisis, por lo que ya crecemos, generamos riqueza que se derramará al resto de la ciudadanía y así estamos creando empleo". Esto supone defender la teoría del derrame, que Thomas Sowell la cuestiona: "Desafío a que alguien señale a un economista que alguna vez haya argumentado a favor de la teoría del derrame". Y también el Papa Francisco: "Algunos todavía defienden las teorías del derrame, que supone que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante".

A ese argumentarlo se incorpora una circunstancia imprevista: la irrupción de Podemos. Tal como señala Carolina Bescansa, la táctica es sencilla y esa es una de sus grandes fortalezas. Primero deben activar el miedo y convencer a cuantos puedan de que las próximas elecciones son las más trascendentales de nuestra historia. Luego tienen que lograr que los medios de comunicación solo hablen de las encuestas y así olviden mencionar los problemas de la gente o la gestión del Gobierno. Finalmente, deben convencer a los periodistas y a la sociedad de que Podemos va ganando y, entonces ofrecerse como única alternativa con garantías para salvar el país. Profesor de instituto