Otra cosa que contribuye a generar esta sensación de imbécil falsedad son los argumentarios que dan ¿contenido? al discurso político y, por perversa extensión, a las líneas editoriales de no pocos medios y a las opiniones de muchos tertulianos. Ayer mismo, uno podía desayunar tropezándose en la mayoría de los diarios con esa tesis según la cual el juez Llarena no emitió a Dinamarca la euroorden para detener a Puigdemont (reedición de la que ya se anuló ante Bélgica) para no facilitarle al prófugo la delegación de voto y por tanto su eleción como president. Bueno, yo diría que este es un criterio muy político, lo cual resultaría razonable (lo de Cataluña es pura política)... si no fuese porque antes nos habían asegurado que los jueces habitan el planeta de la dura lex, donde no cabe otra lógica que la de la Constitución y el Código Penal, interpretados ambos al gusto de la total ortodoxia ideológica. ¿Entonces?

El conflicto catalán ha sido y es presa de argumentarios infumables. Los independentistas se han empeñado en utilizar una épica de cartón piedra para sostener un proceso secesionista que nunca ha contado con el respaldo popular suficiente. Los unionistas más españolistas, crecidos tras el fracaso de la torpísima intentona republicana, se aferran a la ínminencia de algun prodigio que desafecte a los dos millones de votantes que apuestan por la desconexión contra viento y marea. Empatados, trabados y metidos en una rebatiña que incluso abre divisiones en el seno de ambos bloques, unos y otros se niegan a entablar un diálogo constructivo y a salir del callejón sin salida. De ahí los argumentos.

En fin, este país es tan peculiar que muchos diarios llevan el juicio al nieto de Franco en las páginas de Sociedad, como si solo estuviésemos ante el presunto desbarre de una celebrity al uso. Aunque, por una de esas cosas de la vida, el otro día una tele dio un reportaje muy revelador sobre cómo se construyó la fortuna de la familia del dictador. Ponía los pelos de punta. Pero eso, ahora, es chismorreo. No cabe en los argumentarios.