Las decisiones que tomamos tienen un patrón sencillo en la definición de la meta y un funcionamiento complejo para llegar a la misma.

Se rigen por llevarnos a escoger la solución que nos proporciona un mayor beneficio al menor coste. No es que sea el mercado, amigos. Es que somos mercado. La teoría de juegos nos puede ofrecer, a través de algoritmos, las resoluciones de todas las alternativas planteadas. Sería el caso del ajedrez.

Pero, como decía el matemático John Neuman, el ajedrez no es un juego ya que siempre hay una solución exacta para cada posición. La vida real, como la política, se rige por la teoría de juegos. Por eso no es posible aplicar alternativas computacionales para evaluar los posibles pactos tras las elecciones.

Sería más lógico hablar de la teoría de jugadores que de juegos. Lo que complica tanto los acuerdos como los objetivos de cada posible alianza. Como señalaba Neuman, hay una forma racional de actuar en juegos de dos participantes, pero siempre y cuando sus intereses sean opuestos. Y este no es el caso de los ayuntamientos y comunidades autónomas. Aquí el tablero tiene más variantes.

En este caso el juego político puede ser simétrico, pero puede tener equilibrios asimétricos. Las dimensiones territoriales se añaden a las variables ideológicas que tienen, a su vez, valores de fuerza diferenciales y mensurables. Si Aragón es un Ohio de las elecciones, también lo es de las combinaciones resultantes tras las mismas. El bloque ideológico de la derecha, que ha sido la oposición al actual gobierno tiene un diputado más, y un concejal más en las ciudades de Zaragoza y Huesca, que las diversas izquierdas. No hay discusión matemática al respecto. Pero sí política y personal.

Cuando uno de los actores, como el PAR, puede obtener más beneficio dejando gobernar al PSOE, comienzan a valorarse otras opciones más rentables que la mera suma ideológica. La formación de Arturo Aliaga aspiraba a ser la piedra de bóveda del futuro Pignatelli, como señalaba en el Dafómetro electoral publicado en este mismo medio. Era más importante el objetivo que la identidad. Emulando la evolución de Darwin, en el terreno político, podríamos decir que la función crea el pacto.

Y de las dos opciones reales de acuerdo, ya sea dentro del bloque de la derecha o junto al actual presidente, los aragonesistas necesitan exclusividad, algo que sólo pueden encontrar a la vera del PSOE. La otra opción, en el seno de las derechas, les lleva a la subsidiaridad de PP y Ciudadanos junto a la mala sombra de Vox. Feo asunto.

La estrategia aragonesista de demandar un gobierno conjunto de Ciudadanos, PSOE y PAR no se sabe si es una invitación para expulsar del pacto a la no deseada formación de Rivera, o es más bien un gel de placer cuatribarrado para endulzar la relación de este peculiar trío. ¡Dejadme solo!, le ha faltado añadir al niño de Jaulín, ese torero del parlamento que ha demostrado tener luces más brillantes en su cerebro político de las que aparenta su traje de faena. La debilidad en común que comparten Podemos, IU y CHA les lleva a soportar, más que apoyar, cualquier alternativa al trío de Colón del que ya se ha tirado el PAR. Sería el gobierno deseado por Lambán. Pero esa jugada no es posible repetirla en la plaza del Pilar ni en Huesca. Los ayuntamientos sólo pueden tener alcaldía socialista con la ayuda de Ferraz. El desenlace municipal en Aragón tiene más que ver con la sesión constitutiva de la Asamblea de Madrid, el once de junio, que con los esfuerzos negociadores a nivel local.

Lo único que hoy está claro es que Aliaga ya es Arturo, el soltero de oro de la política aragonesa. Un nuevo ejemplo de cómo se puede tener un crecimiento exponencial si has perdido la mitad de tu inversión en diputados desde las anteriores elecciones. Ese es el reto de supervivencia que debe afrontar este nuevo rico del parlamento que puede serlo todo. De su elección de gobierno dependerá el futuro de su formación.

Un partido que, consecutivamente y sin cesar, ha ido perdiendo escaños en la Aljafería. De los veinte que llegó a tener en 1987, a los tres actuales. Tiene un espejo al que mirarse con un cierto atractivo. CHA, su compañero de rellano aragonesista, en la puerta izquierda, ha conseguido rentabilizar su posición desde el gobierno ganando un escaño. El PAR tiene la ocasión de recobrar músculo y oxígeno para revertir la historia reciente de sus resultados, fijando un suelo de nuevo impulso. Aliaga puede ser nuestro Dudley Moore maño, el soltero que protagonizó la película dirigida por Steve Gordon. Su problema actual no son las tentaciones etílicas, sino las presiones para que se atrinchere en el Vértice Parapetos junto al PP, Ciudadanos y Vox. Si Arturo acierta en la decisión quizás vea en Lambán a esa Liza Minnelli de la que se puede enamorar para compartir futuro. Puede que incluso sus padres económicos, que ya le habían arreglado la boda con las derechas, le comprendan, le vuelvan a incluir en la herencia y le perdonen, como en el filme de 1981. Al final, Arturo y (casi) todos los demás serán felices. <b>*P</b>sicólogo y escritor