Siete de enero. Adiós a los Magos, día después, definitivo adiós a la última estela de las fiestas navideñas. Habrá que plantearse de inmediato recuperar el estado más natural de las cosas, el más afín, ese en el que nos desenvolvemos con mayor naturalidad; hay que recuperar, pues, la normalidad, la normalidad de las cosas cotidianas, de las pequeñas y de las no tanto: de todas ellas. De nuevo un año por delante, por cierto más largo que el pasado y que el anterior y que el otro: año bisiesto.

366 días (hoy ya -6) para cumplir de una maldita vez esos viejos y pendientes propósitos: dejar de fumar o hacerlo con menor intensidad, y comer menos, y caminar 30 minutos al día (o así), y beber 2 litros de agua al día (o así), y mirarse las mamas a partir de los 40 años, y mirarse la próstata a partir de los 50 años, y contar hasta 10 antes de contestar si está enfado o contar hasta 100 si está muy enfadado, y decirle al jefe cuatro verdades (incluso las dolorosas), y ser más prudente y menos visceral en la carretera, y hablar más y mejor con sus hijos, y qué sé yo qué otras cosas, usted sabrá. Pero ¡hágalas! Al menos dos (o así).

*Doctor en Medicina y radiólogo