El profesor Azúa puso en marcha hace 50 años una asociación pionera que se ha convertido en un modelo de innovación, persiguiendo siempre una vida lo más feliz posible para las personas con discapacidad intelectual y sus familiares. En estas décadas son miles de personas las que se han beneficiado de su actividad y del trabajo riguroso de sus competentes profesionales. Recordaba ayer, mientras me hacían socio de honor, que desde sus comienzos, Atades es un ejemplo de cómo siempre hay que ser ambicioso a la hora de fijar las metas terapéuticas, algo que yo aprendí de mis maestros, los doctores Seva Díaz y Lobo Satué. No hay que poner las metas demasiado accesibles porque eso lleva al conformismo y nunca sabemos hasta donde pueden llegar las potencialidades de cada persona. Si recordamos la situación social de las personas con discapacidad hace unas pocas décadas, hay que reconocer que hemos avanzado, rompiendo prejuicios y estereotipos y dejando atrás el estigma que condenaba a la segregación y a la marginación. Mucho queda por avanzar. Ellos reclaman con razón su derecho al trabajo y al uso de los recursos sociales en igualdad de condiciones o incluso con una cierta discriminación positiva porque su punto de partida es peor. Lo biológico impone su ley pero las circunstancias sociales las construimos entre todos. En condiciones adversas, casi sin ayudas institucionales, Atades sigue trabajando y reivindicando. Necesitan un colegio nuevo y merecen todos los apoyos públicos y privados. Profesor de universidad