La campaña contra el ruido de los ciclomotores emprendida por la Policía Local arroja un balance esperanzador pero todavía pobre. Durante este año ya se han impuesto 200 sanciones por exceso de ruido, frente a las 90 del 2003. Pero basta con darse una vuelta por la ciudad para comprobar que sigue habiendo muchos ciclomotores que sobrepasan los límites permitidos. ¿No sería más fácil actuar directamente contra los fabricantes de las piezas --tubos de escape, silenciadores-- para erradicar el problema? Al fin y al cabo, no deja de ser una contradicción que por un lado se homologuen los componentes y luego se persiga su uso.