La Asociación Aragonesa de Escritores acaba de celebrar el II Congreso de su breve pero feraz existencia, que en el próximo mes de junio cumplirá su primer año de vida. Doce meses en los que, a base de ilusión y trabajo, y del apoyo de un centenar largo de autores, se han puesto las bases de la que ya es una institución de referencia en nuestro panorama cultural.

El primer presidente de la Asociación, Ramón Acín, que salió elegido por democrática mayoría en el Congreso fundacional de Daroca (junio de 2003) ha realizado a lo largo de estos meses una labor ímproba, y extraordinariamente fructífera. Gracias a sus desvelos, y al esfuerzo de los miembros que componen la Junta Directiva o coordinan los diferentes departamentos y delegaciones en Madrid, Barcelona, Valencia y otros puntos de la geografía española, la Asociación cuenta ya con un campo propio de acción y un ambicioso programa de actividades en torno a la promoción y defensa del lector, del libro y de la lectura.

El nuevo presidente, José Luis Corral, que salió elegido por práctica unanimidad, reúne condiciones idóneas para representar al sector. Es, en la actualidad, el autor aragonés más difundido en nuestro país, y con un creciente prestigio internacional. Posee una capacidad de liderazgo y organización fuera de duda, y, ya como intelectual, bien como comunicador, ya como docente, es independiente, combativo y honesto.

Del Congreso de Barbastro, que ha dado la bienvenida a una nueva docena de firmas de muy alto nivel, y donde se presentó Palabras de Papel , la revista que coordina, con su habitual entrega, Margarita Barbáchano, saldrán las líneas maestras de la futura actividad asociativa, diseñadas en base a las propuestas recibidas y a la experiencia acumulada durante el período de funcionamiento.

Los actos celebrados en Barbastro depararon momentos de grata intensidad, como el recital de los hermanos Argensola que un grupo de poetas, Rosendo Tello, Fernando Burbano, Martínez Forega, Magdalena Lasala, Joaquín Sánchez Valles, entre otros, organizó en la plaza del Mercado, al aire libre, bajo un cielo que, como dirían los propios homenajeados, ni era cielo ni era azul, sino una bóveda de tímida y conceptual belleza.

También brilló con luz propia la sesión que Manuel Vilas, Joaquín Callabed, Corral y, otra vez, Rosendo Tello, dedicaron a recorrer algunos hitos que han venido relacionando Barbastro con la actividad literaria. Sin olvidar, desde luego, el célebre premio de novela corta que, contra viento y marea, ha superado ya la treintena de ediciones, alumbrando una nómina de autores entre los cuales Eduardo Mendicutti, Juan Carlos Soriano, Roger Wolfe, Ana María Navales, Javier Tomeo, el siempre añorado Gabriel García Badell, Ricardo Berdié y tantos otros, muchos de los cuales impulsaron su nombre gracias al galardón.

Noches de Barbastro, tertulias, risas. La voz de Joaquín Carbonell, que está en su mejor momento creativo, o la voz celestial de Adela Rubio entonando canciones sefardíes. La amabilidad de Macu Hervás, Luis Sánchez, Joaquín Coll y Antonio Coscuelluela. El cariño de la gente no cupo en la maleta de Rosendo.

*Escritor y periodista