Se pensaba que después del verano, allá para septiembre u octubre, el coronavirus iba a volver con fuerza y habría que actuar seriamente y resulta que el repunte de contagios nos ha pillado todavía sin disfrutar las vacaciones de verano. Sobre todo en Aragón. La comunidad se ha convertido, junto a Cataluña, en la de mayor escalada del covid-19 y eso a pesar de la rápida actuación de las autoridades sanitarias encabezadas por la consejera Sira Repollés y el director general de Salud Pública, Francis Falo . Pero igual que hay responsables sanitarios, que están haciendo las cosas más o menos bien, hay irresponsables ciudadanos que facilitan que lo que podría mejorar poco a poco, empeore rápidamente. A la sensatez de las personas hay que apelar más que nunca, aunque también hay que exigir, después de ese actuar a tiempo de la Administración, un empeño en hacer la tarea educativa y no tener ningún rubor en sancionar y tomar medidas más duras si no se cumplen las recomendaciones. Ya se sabe que recurrir a la autorresponsabilidad como solución y culpar a las víctimas no sirve de nada para muchos ciudadanos, por lo que ese ejercicio político de educar en la prevención nunca debe faltar. No hay un minuto que perder.

Es verdad que ha cogido de sorpresa la propagación tan rápida del virus en las últimas semanas en toda España y muy especialmente en Aragón. Las autoridades sanitarias de todas las comunidades autónomas han tenido más de cuatro meses para preparar y poner en marcha todos los dispositivos de rastreo de los casos, algo vital para evitar frenar estas nuevas cadenas de contagios. Sin embargo, en la mayor parte del país se ha visto la precariedad de estos dispositivos por lo que hay que pedir un reforzamiento urgente de ellos para intentar frenar estas escaladas. Pese a todo, Aragón ha ido por delante de otras comunidades que, como Cataluña, han visto crecer los casos de infección sin tan apenas tomar medidas. Aquí se han tomado, pero aún así la comunidad encabeza en los últimos días los contagios que, además, afectan sobre todo a jóvenes y son asintomáticos.

Lo que más preocupa es mantener un control ágil y eficaz de los nuevos contagios. La autorresponsabilidad se ha notado este fin de semana ya en Zaragoza, con mucha menos gente por las calles, gran disminución del número de personas que se concentran un viernes por la noche en lugares de ocio y, sobre todo, se ha visto en la capital oscense una celebración muy responsable de los aficionados de la SD Huesca que están exultantes con el nuevo ascenso a Primera División. Es competencia de cada uno cumplir con las normas que marca la autoridad, aunque ya se sabe que siempre habrá alguien que haga oídos sordos.

Por eso hace falta algo más. La tarea educativa es básica. Las constantes llamadas al orden y a un comportamiento adecuado de los responsables de la Consejería de Sanidad deben ser todavía más abundantes, así como las campañas de publicidad destinadas a todo el público. A los jóvenes hay que seguir apelando a esa responsabilidad individual porque ellos son los que hacen botellón, los que en muchos momentos deciden no ponerse la mascarilla y la distancia de seguridad, a veces la tienen lejana. Pero también a personas mayores que deben tomar todo tipo de precauciones dado que también son muy vulnerables. Las autoridades, que afortunadamente en la comunidad aragonesa están yendo de la mano, no pueden bajar la guardia y al mismo tiempo deben dar ejemplo y tomarse sus recomendaciones como obligaciones.

Pero como todo esto falla porque siempre hay quien no cumple y pone en riesgo a todos, hay que tomar medidas que tendrán que ser todo lo duras que sean necesarias. A los gobiernos central, autonómico y locales no les debe temblar el pulso. En Zaragoza ya se han puesto sanciones por no llevar mascarillas y estos últimos días se está viendo a las policías controlar aforos de terrazas y uso de mascarillas. Esa es la tarea, y aquel que no cumpla debe ser sancionado pero con unas multas que se tramiten y tengan que abonarse, que durante el estado de alarma se iniciaron muchos expedientes sancionadores en toda España pero no fueron muchos los que al final llegaron a concluirse con el pago de la correspondiente sanción. La sola presencia de la Policía disuade a los ciudadanos y así se está viendo también con la Guardia Civil de Tráfico en las salidas de las carreteras de Zaragoza.

Las autoridades insisten en que no les temblará el pulso a la hora de buscar y aplicar medidas alternativas más duras si las recomendaciones actuales no surten efecto y los rebrotes siguen al alza. Lo deseable sería que esto no ocurriera y para eso nadie mejor que uno mismo para gestionar sus propios derechos y libertades. La transmisión comunitaria continuada del virus tendría unas consecuencias muy negativas para todos, tanto para la salud como para la economía de los ciudadanos y de Aragón. Como lo primero es la salud, todas las medidas que adopten las autoridades sanitarias estarán justificadas para que la situación no empeore. Dependemos de nosotros mismos.

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