La suma de los votos del PSOE y Ciudadanos, junto con los de PP y PAR, ha impulsado la reforma del Impuesto de Sucesiones pactado en principio por los dos primeros partidos. El rechazo a la enmienda a la totalidad que había presentado Podemos, con el apoyo de CHA e IU, y la habilitación de agosto para presentar enmiendas parciales puede convertir este tramite legislativo en uno de los más rápidos, e inusual también porque en él se ha roto el alineamiento habitual durante el presente mandato.

Se trata de dejar exentas las sucesiones de familiares directos por un valor inferior al medio millón de euros e independientemente del patrimonio previo del heredero. El objetivo: homologar la tributación aragonesa a la de otras comunidades. Sin embargo, quienes se han venido oponiendo a la reforma arguyen que esta ha sido elaborada a la medida de los más pudientes: un 5% de la población, que es la que actualmente no se libra de pagar.

En cualquier caso, el argumento a favor de equipararnos con otras comunidades parece lógico, y la potencia acumulada del PSOE más todas las fuerzas situadas a su derecha se ha impuesto por sí sola. Podemos, CHA e IU han seguido en esta ocasión una ruta distinta a la de los socialistas. Pero esto es lo que ocurre (y no pasa nada) en un parlamento fraccionado donde se imponen los acuerdos de geometría variable. Política y aritmética.