Hay una demanda creciente para viajar de viernes a lunes en los trenes del AVE o de Altaria que unen el nuevo trayecto entre Lérida, Zaragoza y Madrid. La mayoría de los que eligen esos días no lo hacen por placer sino por negocios. Así lo demuestra la primera encuesta que concreta el perfil de los usuarios de la novedosa oferta del ferrocarril español. Es un buen indicio de que resulta posible un transporte colectivo rápido, público, útil para los ejecutivos y con vertebración estatal. Este éxito de crecimiento del número de ocupantes en pocos meses apenas puede maquillar las deficiencias que subsisten en la oferta de Renfe. La más evidente es la imprevisión de no disponer de convoyes suficientes para completar las frecuencias de enlace entre las tres capitales, un indicador decisivo para que se elija en el nuevo eje Madrid-Zaragoza-Lérida la opción del tren frente al vehículo privado. Y tampoco se puede ignorar que la satisfacción con que el Gobierno del PP pretende capitalizar estos datos oculta uno de sus principales incumplimientos: hoy sigue sin saberse cuándo llegará el AVE a Barcelona. No es difícil deducir el perjuicio económico que supone a la vista de lo bien que se aprovechan los trayectos ya en servicio.