Miguel Mena expone en Tarazona sus fotos de viajero por Aragón, detalles de un periodista que va en bici, a pie, que lo ha recorrido todo. La "pars pro toto", detalles de hondo significado, metáforas pequeñas abrochadas con textos. Será una expo itinerante, irá dando que hablar y que pensar, la mirada de MM.

José Luis Corral ha dado sus columnas a la Unicef. Es un destino ideal para los artículos de opinión, primero ayudar a pasar los días, los desayunos, y luego echar una mano en forma de libro. Las ha publicado bajo el título de Donde dije digo... , que es una invocación a la humildad de un autor superventas.

José Antonio Labordeta fue el único diputado y portavoz que habló del software libre en las sesiones de investidura. Salió en muchos medios especializados, y en otros generalistas como el USA Today. Es lo que tiene el SL, una especie de revolución en marcha, una heterodoxia mundial que lo impregna todo.

Labordeta se ha vaciado en sus Cuentos de San Cayetano (Xordica), ha volcado su adolescencia de posguerra en el Mercado Central, en esa plaza y en ese colegio que fue de su familia. La historia de la foto de portada la sabe Javier Torres, que estaba allí cuando ocurrió. El hijo de un frutero, un chaval un poco retrasado, se subió a un camión aparcado en la plaza del Justicia y lo empotró contra la fuente, un camión de Gránulos Diana. Labordeta se ha vengado de aquellos años, igual que los chavales se vengaban cada día en directo, en sus vidas, por las que de vez en cuando desfilaba un arzobispo en su mula, seguido por el hombre que recogía los cagallones; una procesión, un poco de miseria. En las buhardillas donde soñaba Miguel su faro y su torreón, en las buhardillas que recorrían esa manzana que hoy es el Colegio de Notarios (hay que visitar el artesonado), alguien construyó un avión. José Manuel Pérez Latorre aún vio las alas cuando restauró el edificio hace quince años. Labordeta, de niño, se sentó en la cabina a pilotar en seco, era un avión sin ninguna posibilidad de despegar: para sacarlo de allí hubiera hecho falta romper el tejado. Ese avión imposible, esas alas sin cielo, dan el tiempo completo. Labordeta se venga con humor y amargura. A medida que avanza el libro se va haciendo más duro, va aflorando la rabia de los perdedores, de ese avión imposible.

*Periodista y escritor