El caso del avión desaparecido hace 12 días durante el trayecto entre Kuala Lumpur y Pekín concita la atención mundial y un estupor creciente. Los habitantes del planeta, sobre todo los de los países más desarrollados, acostumbrados a la aplicación en la vida diaria de continuos avances tecnológicos, asisten desconcertados a un suceso que se contradice con la sofisticación actual de los mecanismos de control de la actividad y los movimientos de gran parte de la población. Tras tantos días de investigaciones, lo único que parece claro es que alguien con suficientes conocimientos técnicos que viajaba a bordo del aparato neutralizó los dispositivos de que están dotados los aviones para permitir su localización en caso de siniestro. Pero si se trata, como parece, de un secuestro, el hecho de que nadie lo haya reivindicado añade confusión a la desaparición del Boeing 777 de Malaysia Airlines. Sea cual sea la causa de esta misteriosa desaparición, y sea cual sea su desenlace, significará un antes y un después en la historia de la aviación comercial, que deberá revisar normas y protocolos.