Se cumplen ahora treinta años de uno de los más siniestros episodios del régimen cubano: el fusilamiento de los militares Arnaldo Ochoa y Tony de la Guardia por orden de Fidel Castro. Se les acusó de narcotráfico e intento de golpe de estado y fueron sumariamente ejecutados al amanecer en la playa de Baracoa.

Yo llegué a la La Habana poco después con el propósito de entrevistar al Comandante. No lo logré, porque apenas se dejaba ver y se negaba a hacer declaraciones, pero sí pude sumergirme en el sistema castrista hasta donde el servicio secreto me permitió avanzar. Otros corresponsales de prensa apostaban por la caída de Castro, abandonado por sus aliados, con la crisis de los balseros y una situación económica, que ya no mejoraría a lo largo de toda la década de los noventa, de extrema necesidad, pero lo que vi en La Habana, la pirámide de poder, la minuciosa censura, la implacable propaganda del régimen y el control militar apuntaban a la permanencia de aquella férrea dictadura disfrazada de progreso social por arte o carisma de Fidel. «Es usted muy joven», me dijo, la única ocasión en que pude hablar con él. «Como lo era yo cuando hice la Revolución. De modo que persista, joven, persista».

Oliver Assayas se ha inspirado en aquellos acontecimientos para filmar La Red Avispa, en la que aborda las deserciones de altos militares cubanos que buscaron en Estados Unidos una segunda vida y la libertad. Pilotos, concretamente, cuyas fugas bien pudieron llamar la atención de los cárteles de la droga, cuyo sistema de transporte aéreo a base de avionetas, diseñado por el colombiano Carlos Ledher, les estaba permitiendo introducir en Miami toneladas de coca.

Assayas ha contado para La Red Avispa con Edgar Ramírez, Penélope Cruz y Ana de Armas, pero no, y es una lástima, con un buen guionista. Su película da tantos bandazos como las avionetas manejadas por los pilotos cubanos huidos de la tiranía castrista. En la cinta tampoco se aborda el gran tema de fondo: la posible relación de los Castro con el narcotráfico, que acaso pudiera explicar el origen de su fortuna y el fusilamiento, hace 30 años, de dos héroes de la Revolución, Ochoa y De la Guardia.

Cuba sigue siendo un misterio.