El día en el que las grandes empresas paguen impuestos en el mismo porcentaje que los corrientes mortales, se persiga con éxito el fraude y ya no sea posible la ingeniería financiera dedicada a eludir, acaben los paraísos fiscales y se prohíban las amnistías para que los defraudadores de todo pelaje vean perdonados sus posibles delitos en total anonimato e impunidad; el día en el que los corruptos de todos los colores sean no solo condenados sino que además devuelvan hasta el último céntimo, el día en el que los malos o pésimos gestores públicos sean inhabilitados… ese día y solo ese día podremos echar cuentas y ver cuánto más necesitamos para sacar de la calle a los 30.000 sin hogar, para financiar adecuadamente la Ley de la Dependencia para que sea algo más que una ayuda simbólica y sin listas de espera, y para asegurar una renta mínima, de manera que acabemos con la pobreza familiar y específicamente infantil, y para una mejor financiación de la sanidad pública que asegure a todo el mundo la mejor asistencia posible, y que nuestro sistema educativo público tenga a los mejores profesores en número suficiente y bien pagados, y que haya más becas para que los menos favorecidos puedan ir a la universidad, y más fondos para la investigación de calidad, y que haya más guardias civiles en el medio rural, y que en los pueblos tengan las mejores redes de comunicaciones para que nuevos habitantes puedan hacer allí su vida, y… unas cuantas cosas más que no puedo nombrar porque se me acaba el espacio. Ese día y sólo ese día, admitiré que me hablen de bajar impuestos. Cuando lo hacen suele ser a los más ricos. Y mientras tanto, no votaré a ningún partido que me venga con la misma cantinela. No nos tomen por tontos.

*Profesor de universidad