Aunque sigue siendo un cuerpo vocacional con un gran sentido del servicio público, la Guardia Civil no consigue cubrir las más de 300 plazas que hay vacantes en Aragón. Este dato no tiene que sorprender a nadie que conozca cómo trabajan, y en qué condiciones a veces, los agentes de la benemérita. Bastaría recurrir al impagable servicio que prestan en la montaña o en las carreteras para entender que el servicio que prestan a la sociedad no se corresponde con el trato que se les dispensa. El número de bajas médicas por enfermedades psicológicas merece un análisis, porque la Guardia Civil sigue siendo un cuerpo imprescindible.