La venta del 7,5% de las acciones de Bankia a inversores privados es una buena noticia dado que supone el primer paso para tratar de recuperar la ingente cantidad de dinero público que hubo que insuflar en las entidades de ahorros técnicamente quebradas, que no solo amenazaban el sistema financiero español sino que extendieron el miedo por toda la UE. Bankia, que engloba los restos de ocho cajas de ahorros, ya fue privatizada en julio del 2011, cuando Rodrigo Rato era su presidente. Entonces, cada acción valía 3,75 euros. Un año después cotizaba por 0,69 euros y ayer estaba a 1,58. No es muy sensato sacar pecho con la operación del jueves, como han hecho el Gobierno y el PP al unísono como ejemplo del amanecer económico. El precio pagado por el 7,5% supone que el 100% del banco vale 17.386 millones. O sea que, aun en el hipotético e improbable caso de que ese precio y esas condiciones se repitieran, el Estado habría perdido mucho dinero, como les ha pasado a miles de inversores particulares. Su 68% --ahora le queda el 61%-- no cubriría ni la mitad de lo que puso.