El alcalde se ha paseado por una reducida parte del barrio de Torrero. Y algunas gentes aprovecharon la ocasión para increparle, allí el regidor tratando de imponer silencio, como si pudiera acallar la libérrima voz crítica de quienes no tienen otra oportunidad para dejarse oír. En esta ocasión, no obstante, se equivocaban, porque la presencia de la máxima autoridad municipal allá donde nunca suele estar, merece un cerrado aplauso. Acudía a inaugurar, y eso merece aplausos y ganas para volver a dárselos cuando de tal cometido se trata en un barrio hasta ahora abandonado de la mano de Dios. Vuelva, señor alcalde, a este y a los restantes barrios, porque la mayoría de la gente es agradecida cuando intuye voluntad y deseos de acometer mejoras. Si además iba a su lado un concejal delegado, debe ser un agradecimiento compartido, pues siempre es de agradecer la cercanía al pueblo de nuestros políticos y éstos, deben tener claro, que a la ciudadanía no le duelen prendas ni a la hora de elevar una ovación donde se merece, ni a la hora de mostrar su malestar cuando se siente ignorada. Algún día habremos de encontrar la necesaria sintonía entre unos y otros.

*Profesor de universidad