Por muy desconcertado que haya quedado al comprobar que las múltiples promesas del Gobierno central con respecto a la Expo aún no se materializan en los Presupuestos del Estado, el alcalde Juan Alberto Belloch debe hacer una valoración que la ciudadanía espera: que no es de recibo. En los pasillos del ayuntamiento era difícil sustraerse ayer a la bofetada que han representado estos presupuestos para Aragón en general, y para Zaragoza y los grandes proyectos del alcalde en particular. Es en ocasiones como ésta, cuando el desprecio gubernamental alcanza a todos los ciudadanos, cuando los responsables políticos deben hacer suyo el malestar general. Sobre todo al haberse escenificado de antemano tantos y tantos buenos propósitos. Y Belloch tiene una salida fácil: que fuerce al Gobierno a explicar cuánto aportará a la sociedad estatal que podría construir la Zaragoza del 2008 caso de lograr la designación del BIE para organizar la Expo.