La reciente matanza de Beslán vuelve a poner en evidencia la degradación a la que puede llegar el ser humano. En este caso la situación en Chechenia ha sido el motivo de un secuestro que ha horrorizado al mundo. Pero los terroristas se equivocan, nunca se podrá construir un Estado, en el que merezca la pena vivir, basado en el terror, edificado sobre un montón de cadáveres. Más allá de las condenas morales y políticas, de rechazar rotundamente el terrorismo sean cuales sean sus posibles justificaciones, sólo seremos capaces de avanzar contra el terror cuando abordemos las causas que llevan a miles de hombres y mujeres a sacrificar su vida porque, en muchos casos, lo único que tienen que perder son "las cadenas". La prepotencia con que occidente trata a los países en vías de desarrollo, el desprecio por otras culturas y religiones, el intento de imponer una forma de vida o la doble vara de medir que se usa según los intereses de los más poderosos, son un evidente caldo de cultivo para el florecimiento del fanatismo.

Lamentablemente la respuesta de Putin ha sido, como en su día fue la de Bush, amenazar con mayor dureza, declarar una guerra sin cuartel en la que todo vale. Quien piense que se puede vencer al terrorismo utilizando el terror está confundido. Responder a la violencia con más violencia en una espiral sin fin, generará más miedo, xenofobia, desesperación, y deseo de venganza. Hay que defender la seguridad sin recortar libertades, apostando por la democracia y la justicia. En caso contrario el terror habrá ganado.

*Sindicalista