Una de las pocas buenas noticias económicas de estos últimos meses ha sido el anuncio de que Amazon se instalará en varias localidades aragonesas: Huesca, Villanueva de Gállego y El Burgo de Ebro.

El nombre de su propietario, Jeff Bezos, está asociado a la riqueza y al éxito, no en vano se le considera el hombre más rico del mundo. No siempre fue, por supuesto, dueño de Amazon, del Washington Post o de la compañía espacial Blue Moon. Ni siquiera lo es desde hace demasiado tiempo, tan meteórica ha sido su carrera.

Todo tiene un origen, y el de Jeff Bezos hay que rastrearlo primero en su adolescencia en Texas, en una familia de ganaderos con una biblioteca familiar atestada de títulos de ciencia ficción, con Isaac Asimov, Robert Heinlein y la saga Star Treek a la cabeza. Siguiendo luego por sus años universitarios, cuando se doctoró en Princeton en Ingeniería electrónica e Informática, con la clasificación cum laude. Y, a continuación, cuando comenzó a experimentar sus teorías de la comunicación y distribución en el sector comercial.

Muy poca gente creía en él. Y menos cuando, al poco de fundar Amazon, allá por 1996, se mostró incapaz de resolver la logística de los pedidos que se sucedían a velocidad creciente, mientras sus pocos empleados y él mismo empaquetaban las mercancías arrodillados en el suelo de un triste local, destrozándose la espalda… Nadie en aquel momento podría aventurar al joven Jeff que Amazon se iba a convertir en la mayor compañía del mundo, con cerca de 700.000 empleados y una facturación en el 2019 de 233.000 millones de dólares. Tampoco se habría fácilmente intuido que su compañía espacial Blue Moon iba a solucionar problemas de la NASA, ni a diseñar un futuro relativamente próximo de viajes espaciales tanto para misiones científicas como para el turismo y el ocio… «Mi único secreto es pensar a largo plazo y siempre en el cliente» ha confesado Bezos a su biógrafo Walter Isaacson, autor de Crea&divaga, el libro, recién publicado, que invita a conocer más en profundidad la figura de este «misionero de la ciencia», como el biografiado se define humildemente, aunque para muchos sea un auténtico visionario, un Da Vinci, un revolucionario genial, de los que nacen cada mil años.