El Ayuntamiento de Zaragoza ha recibido un auténtico revés judicial a la Ordenanza de Circulación de Peatones y Ciclistas que puso en marcha para compaginar el uso de las aceras entre ambos colectivos. El Tribunal Supremo ha ratificado que los ciclistas no podrán circular por las aceras. Su sitio se circunscribe a los carriles-bici y a la calzada. El intento municipal de fomentar el uso y la movilidad de estos vehículos en armonía con el discurrir ciudadano se ve así truncado de forma judicial. Y las sentencias están para cumplirse. La convivencia entre ciclistas y peatones no ha estado exenta de polémica desde que se aplicó la norma municipal, aunque la mayoría --desde ambas perspectivas-- se estaban adaptando a compartir espacios desde el respeto mutuo y apoyándose en el sentido común. Ya no caben interpretaciones. Los ciclistas deben asumir que su espacio de circulación pasa por la calzada cuando no haya carril bici en la calle. El mismo esfuerzo que se exigió a los ciclistas para compartir aceras con los peatones sin molestarles, debe preverse ahora con los automovilistas ante los usuarios de las dos ruedas.