Andamos en Aragón a vueltas con dos reuniones bilaterales que nos ocupan mucho tiempo, aunque no se sabe bien si es para algo positivo. La que más ríos de tinta y palabras políticas genera últimamente es la del Gobierno de Aragón de Javier Lambán con el Ayuntamiento de Zaragoza de Pedro Santisteve. Que si iba a ser antes del verano, pero no... Que si el 17 de octubre, una vez pasadas las fiestas del Pilar, pero tampoco... Que si el 19 de octubre porque dos días antes no podía el consejero de Presidencia de la DGA, Vicente Guillén... Que si tampoco puede ese día el concejal de Economía y Cultura, Fernando Rivarés... Que si será el próximo miércoles, el día 24, pero nadie se atreve a confirmarlo.... Un lío de agenda. Y esto solo para concretar el día en que se sienten a hablar.

Luego viene de qué se habla. Muchos temas pendientes pero hay que ponerse de acuerdo en qué abordar y, naturalmente, cuesta porque unos quieren hablar de la deuda del tranvía, los otros la tienen superada y prefieren algo distinto... Y así sucesivamente. El caso es que mientras eso llega, el Gobierno de Aragón se descuelga con que abona al consistorio unos 30 millones de euros que adeudaba al Ayuntamiento de Zaragoza por distintos temas. La pregunta es obvia. ¿Hacía falta reunirse una comisión bilateral de las dos instituciones para que el que debe dinero pague? Parece que no, pero desde el Ejecutivo se intenta vender lo buenos que son... Desde el ayuntamiento se acepta ese dinero, cómo no, y vuelta a ver qué pasa con la reunión de la bilateral.

¿Para qué? Mucha voluntad de diálogo y compromiso pero al final lo que interesa se puede decidir sin reunión de por medio. Como otra bilateral, la del Ayuntamiento de Zaragoza con el Real Zaragoza. Meses y meses para verse e intentar llegar a un acuerdo sobre qué hacer con los 800.000 euros que el Gobierno de ZeC está obligado a pagar al club de fútbol, y cuando no ha mediado ninguna reunión --al menos con luz y taquígrafos-- y casi ni se espera, se anuncia que Cristian Lapetra y Pedro Santisteve sellan la paz y el destino del dinero ya está aclarado. ¿Hacían falta reuniones públicas como las mantenidas los dirigentes de la sociedad anónima deportiva con el equipo encabezado por el concejal de Deportes, Pablo Híjar?

Para el mes que viene --19 de noviembre-- ya se anuncia otra esperada bilateral. La de los gobiernos regional y central. Otro ejercicio de mucha voluntad de acuerdo y compromiso, aunque en anteriores reuniones similares --eso sí, hace muchísimo tiempo-- se salió muy satisfecho pero no se avanzó nada. Pasó con el Ejecutivo de Mariano Rajoy, según dijo Lambán en las Cortes, que no cumplió nada de lo que se decidió. Entonces, ¿para qué tanto encuentro? Pero es que la reunión bilateral entre los dos presidentes actuales tampoco dejó frutos hasta el punto que el aragonés contó lo que buenamente quiso tras salir de la Moncloa.

Ahora dicen que la pasada reunión entre el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el aragonés, tuvo buena voluntad, compromisos más firmes y, al menos, habrá que darle el beneficio de la duda ya que solo lleva en el cargo cuatro meses, y Rajoy en seis años no cumplió casi nada. Claro que desde la oposición, tanto Luis María Beamonte (PP) como Maru Díaz (Podemos) ya han dicho que ni se han concretado partidas presupuestarias ni para la dependencia ni para nada, ni fechas concretas, ni se ha hablado de la deuda histórica de Aragón... En fin, que acuerdos concretos, pocos.

La pregunta, pues, se impone: ¿para qué sirven las reuniones bilaterales que tanto solicitan casi todos los políticos, entre ellos, eso sí, si después de celebrarse muchos son los que dicen que no han servido para nada, y además se mejoran solo pequeñas cuestiones? Y además, si estas se pueden resolver sin necesidad de juntarse tanta gente, algo se ahorrará...

Mero espectáculo político. Como la Conferencia de presidentes, celebrada hace ya un tiempo y que no ha dado casi ninguna luz a muchas cuestiones, y más de un jefe de ejecutivo regional la ha criticado. Los temas de esas reuniones, si se pactan, lo hacen antes y todo lo que se ve ante las cámaras es la escenificación de las relaciones. Pero ya se ha demostrado que después de celebrarse las reuniones, los mismo políticos que han clamado durante mucho tiempo para que se celebre, son los que no paran de repetir que no ha servido para nada. Hay excepciones. Pero son muy escasas.

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