Extraño momento el que atraviesa esta sociedad globalizada de la post verdad, en la que el conflicto, el horror y la sangre se imponen como leit motiv. Nada es lo que era, y mucho menos en política internacional. La guerra fría o la post guerra fría en la que decían estábamos inmersos en la actualidad, por aquello de la existencia de confrontación entre los dos grandes bloques históricamente enfrentados, EEUU versus Rusia, se ha desdibujado. El mundo se ha vuelto bipolar sí, pero no porque exista un enfrentamiento real entre dos bloques, sino porque los dirigentes de los mismos padecen idéntica enfermedad, la bipolaridad. Trump asegurando que no hubo injerencias de Rusia en la política interior norteamericana durante las últimas elecciones presidenciales, poniendo así en entredicho el trabajo de sus propios servicios de Inteligencia que demuestran lo contrario; y Putin, acunando al americano, cuestionando la honestidad del sistema político estadounidense, más concretamente del Partido Demócrata en cuestión, por haber intentado atentar contra los intereses rusos. En manos de bipolares está el planeta. Oscuro futuro le augura a la humanidad. Lo curioso es que en este mundo de sombras-jaula de grillos humanos, todavía haya seres capaces de seguir queriendo pertenecer a este cambalache. Ahí tienen a Sophia, ese robot tan especial hecho a imagen y semejanza de Audrey Hepburn, reconocida ciudadana por Arabia Saudí (un reino que precisamente no se caracteriza por el respeto de los derechos humanos), reclamando recientemente su derecho a formar una familia. ¿Ironías del destino?.

*Periodista y profesora de universidad