Es tan fascinante como un juego de rol. Solo que los muertos son de verdad. Me refiero a la montería nacional que se ha desatado contra los miembros de la biutiblú. Por si no lo recuerda el lector, le diré que ese gracioso apelativo, inventado por un periodista económico al principio del gobierno del PP, define al selecto y conspicuo grupo de amigos de José María Aznar que hace unos años se hicieron con los mandos del poder económico, en general, y de las grandes empresas privatizadas, en particular.

Esta casta de empresarios, a menudo sobrevenidos, dejó en su hoy acortado paso por la vida nacional centenares de muertos y decenas de heridos. Sin ningún tipo de reparos, los nuevos dirigentes desplazaron a muchos buenos gestores, promovieron a sus peones fieles, cimentaron su propio sistema de intereses y patronazgo y tendieron sus redes de vasallaje social y político. Y se sentaron --tan incautos ellos como sus predecesores-- a esperar que el ciclo cambiara dentro de muchos años.

Hoy, acosados por la maquinaria socialista, que de laminar sabe un rato largo, algunos andan hurtando el cuerpo a las perdigonadas de los simples guardas jurados, mientras otros esperan acoquinados a que un empleado damnificado le funda los fusibles a la empresa y les acaben colgando el muerto a ellos. En serio. Lean un poco al sesgo los periódicos y analicen las noticias de local y regional. Porque es en estos campos de segunda división donde hoy se sustancia la cacería de toda esta gente guapa.

*Periodista