El Tribunal Constitucional italiano ha devuelto la dignidad a la justicia de su país con un sonoro bofetón a Silvio Berlusconi al anular la ley, hecha especialmente a su medida el pasado junio, que le otorgaba inmunidad. El alto tribunal ha recordado algo tan elemental como que la ley debe ser igual para todos.

Haciendo un uso indigno de su mayoría parlamentaria y despreciando las reglas morales y constitucionales cuando faltaba poco para conocerse la sentencia en un juicio en el que se le acusaba de graves delitos de corrupción, Berlusconi hizo aprobar una ley que le daba impunidad y le evitaba una posible condena. Ahora el tribunal considera que aquella ley vulnera los principios de igualdad y de derecho de defensa consagrados por la Constitución.

En poco tiempo Berlusconi ha sufrido dos reveses. El de ayer, que no admite apelación, se suma a una reciente decisión del presidente de la República, Ciampi, que no rubricó --y devolvió al Parlamento-- una reforma del sistema audiovisual hecha también en beneficio del político y magnate de la televisión. Pese al deterioro de la democracia, está bien que ni todo el poder ni la mayor fortuna de Italia basten esta vez para comprar al Estado de derecho.