Este fin de semana los socialistas celebran un exultante Congreso que elevará a los altares a Rodríguez Zapatero. Más allá de nombres, cargos y disputas, lo que cuenta es la entronización del nuevo líder (¿recuerdan aquello de "mi sustituto todavía está en la EGB") y la necesidad de que no se entronicen cesarismos, cultos a la personalidad y la inmarcesible verdad del número uno. Sería bueno que el leonés no pertenezca a la especie de quienes, vía decreto 71/2004, Diario Oficial nº 92 de la Comunidad de Castilla la Mancha, otorgan medalla de Oro a insigne prócer. Busquen, lean, carjajéense y lloren. El reto emprendido por la Nueva Vía de Rodríguez Zapatero, a la luz de los tributos que ornan a José Bono, merece todo nuestro apoyo. Lean el Boletín de los castellanos-manchegos y juzguen. Mientras tanto, ilustres históricos del socialismo español, como el entrañable Eugenio Espés, no sólo carecen del reconocimiento que se merecen, sino que le colocan piedrecitas en un camino honrado, solidario y admirable. Los Bonos del Estado cotizan al alza provinciana; quienes aún somos capaces de sonrojarnos ya sabemos que nuestras acciones cotizan a la baja, querido Eugenio Espés.

*Profesor de Universidad