Las entidades bancarias en Aragón han reducido sus oficinas casi a la mitad desde el 2008, al tiempo que se desarrollaba la actividad digital. Una forma de acceso que amenaza con excluir a distintos colectivos de usuarios: a los mayores y a las rentas más bajas, entre ellos. La evolución es imparable, pero conviene no dejar a nadie atrás y más en una comunidad con el nivel de envejecimiento de Aragón. Hay derechos que no se pueden bloquear por la tecnología.