Te levantas de la cama con los primeros luceros, acudes puntual al trabajo y una vez allí lo haces lo mejor que sabes y puedes, intentas no dejarte martirizar por la rutina y la presión y aguantas al insufrible jefe; has dejado de fumar, bebes no mucho más de lo aconsejado por la dieta mediterránea, en general te quejas lo imprescindible, no engañas a Hacienda, no coges la baja laboral más días de los estrictamente necesarios (a veces ni ésos), potencias las alegrías, administras bien los dispendios (así consigues llegar con una mínima holgura a final de mes), estás pendiente de tus hijos e incluso acudes regularmente a entrevistarte (de manera civilizada) con sus profesores, sufres con las derrotas del Real Zaragoza y te vienes arriba con sus victorias (qué gozada el domingo contra el Villarreal, qué jugadorazo Movilla, Movilla maravilla); estás dispuesto a escuchar a nuestros políticos en campaña electoral antes de decidir tu opción personal para el próximo 14 de marzo, aunque no sea fácil. En fin.

Tú, chaval, eres un personaje insustituible, básico. Imprescindible. Tú das siempre la cara y el callo. Tú estás siempre en la brecha.

*Doctor en Medicina y radiólogo