Los candidatos a la presidencia USA/mundo debaten ante las cámaras por tercera vez. Nos tienen en vilo mientras sube el barril de Brent, que es la palabra terrible de moda de la temporada. Pronto habrá grupos de pop que se llamen Brent. Tnerb. A veces hay que voltear las palabras, como en los pasatiempos, para verles la entraña: Tnerb. Los jefes del mundo/USA debaten por tercera vez sobre nuestro discreto devenir, pero en las dos sesiones anteriores no salieron de Irak (Kari), la palabra más repetida en el alma de América. No, la verdad es que no fue buena idea invadir ese sitio. Los que apoyaban la invasión no hacían más que repetir que bajaría el petróleo, que subirían los negocios, cosas así.

Lo que ha pasado es que la metrópoli se ha distraído. Para paliar el inmenso dolor por el 11-S, la metrópoli se ha cegado en un solo frente, se ha empantanado en una ludopatía de guerra, y ahora no sabe salir de ese monocultivo, de esa brasa. Con lo amplio y entretenido que es el vasto mundo, con las de cosas y negocios que hay por emprender, se han ido a cegar en una sóla patraña (un mcguffin), que además ni siquiera se corresponde con la cosa genuina. Y en esta distracción mundial estamos, pues lo que hacen los jefes marca la confusa agenda del mundo, la hoja desnortada de una ruta que no va a ninguna parte. Nos queda asistir a los debates, como el que se queda a ver la Fórmula 1, o uno de aquellos combates de boxeo de la españa cañí, por matar las madrugadas y amortizar estas pantallas tan grandes, tan planas, a las que hemos entregado las vidas. El parte de bajas diario ya hace tiempo que nos rebota, puro spam a fuerza de repetirse. Lo malo es que el candidato demócrata no despierta entusiasmos, no se distancia lo suficiente del romo discurso del que nos ha metido en --o no ha sabido sacarnos-- de este siglo de bombas. Y va subiendo el Brent mientras bajan las temperaturas, y encima no nos dejan votar con las tarjetas perforadas, ni siquiera nos hacen una encuesta como mundos periféricos. Con la moda del Brent nos quedamos, ay, el Brent, la bomba diaria que inyecta colesterol en nuestro almidonado sistema liberal/comunista. Empezamos a maldormir con un ojo abierto, fijo en la raya roja, terror pixelado, ojo buñuélico del mundo levemente opíparo, precariamente confortable. Qué estrés.

*Escritor y periodista